Culebrera pechinegra

Esta especie se puede encontrar a lo largo de África meridional desde Etiopía y Sudán en el norte a Sudáfrica en el sur y Angola en el suroeste. Debido a su amplia distribución la especie no está en peligro. Habita en diferentes hábitats, siempre que pueda encontrar terrenos abierto para cazar, árboles para posarse y anidar y suficiente suministro de alimentos. Esto incluye hábitats semiáridos o incluso zonas desérticas. Como su nombre lo indica, esta ave se alimenta principalmente de serpientes, pero también caza lagartos, pequeños mamíferos y ranas. La hembra pone un solo huevo por nidada, que es incubado durante 50 días. Los polluelos dejan el nido después de 3 meses.

La UICN y BirdLife International clasifican a la especie como de menor preocupación. Aunque generalizado, su estado varía de poco común a localmente común, y su número fluctúa incluso en áreas en las que se cree que es residente. Por ejemplo, en el Parque Transfronterizo Kgalagadi se ha informado que es muy abundante en ciertos años, pero muy escaso o prácticamente ausente del área en otros. Brown (1982) sugirió que estas fluctuaciones aparentes en el tamaño de la población pueden ser el resultado de la superposición de rangos entre las poblaciones residentes y migratorias o nómadas, aunque las fluctuaciones estacionales en la disponibilidad de presas también pueden desempeñar un papel. Las causas antropogénicas de muerte en la especie incluyen las amenazas comunes de ahogamiento, disparos, electrocución y colisión con líneas eléctricas. La recuperación de siete de las 289 aves anilladas entre 1948 y 1998 sugirió que ahogarse en depósitos de agua de paredes transparentes era la causa más común de muerte (2 aves), seguido de disparos y electrocución o colisión con cables eléctricos (1 ave cada uno). Sin embargo, la mortalidad antropogénica parece ser baja en esta especie, con solo una serpiente águila de pecho negro encontrada ahogada en un depósito de agua en el Parque Transfronterizo Kgalagadi entre 1988–1994, mientras que cinco de las siete aves anilladas recuperadas entre 1948 y 1998 sobrevivieron durante períodos que van desde 3.5 años hasta 13 años después de sonar.