Paíño Rabihorcado

En América del Norte, se reproduce en las islas Aleutianas de Alaska, a lo largo de la costa de las islas de Columbia Británica en Canadá y el noroeste del Pacífico en los Estados Unidos continentales. Se reproduce también en la islas Kuriles de Kamchatka. Anida en grietas de las rocas o en pequeñas madrigueras en tierra blanda y pone un solo huevo blanco. Pasa el resto del año en el mar, por lo general en aguas más frías. Se puede observar también en alta mar por la costa del Pacífico hasta el centro de California y Japón. Se alimenta principalmente de plancton, crustáceos, pequeños peces y calamares. Se alimenta de manera similar a otros petreles, recogiendo comida de la superficie del agua mientras está en vuelo. Este pájaro no sigue a los barcos.

Al ser generalizado y abundante, el petrel de tormenta con cola de horquilla no está en peligro de extinción. Sin embargo, los humanos impactan su historia de vida de muchas maneras. Como especie que se alimenta de material de superficie y sigue a los barcos, este petrel de tormenta a menudo ingiere aceite y plástico con sus alimentos. Sorprendentemente, el petrel de cola de horquilla no se ve afectado por la toxicidad del aceite, ya que su dieta natural contiene sustancias que son muy similares químicamente. Los plásticos tampoco afectan severamente a las aves porque pueden regurgitarse después de la ingestión. En contraste, al ser un depredador marino superior, los petreles de tormenta con cola de horquilla son susceptibles de bioacumulación. Se han encontrado altas concentraciones de plomo en los huesos de los petreles, y el DDT puede hacer que las cáscaras de huevo se vuelvan peligrosamente delgadas. Las mayores amenazas que enfrentan los petreles de tormenta con cola de horquilla hoy en día son el cambio climático global y las especies introducidas. Una mayor gravedad de las tormentas hace que la búsqueda de alimento sea más peligrosa, disminuyendo las posibilidades de que un adulto regrese a la colonia. La introducción de mamíferos también afecta negativamente a los petreles de tormenta, donde los mapaches y las nutrias de río se aprovechan de los nidos, y los conejos aumentan la erosión del suelo y comprometen la integridad estructural de las madrigueras.